Presentación del "Diccionario de la Paz"

Presentación del "Diccionario de la Paz"
5 de octubre H. Senado de la Nación


Por María Marta Hall*


El paradigma de la nueva Paz que hoy nos convoca, se sostiene sobre tres pilares:

1) Pensamientos positivos

2) Palabras armoniosas

3) Acciones constructivas

Este maravilloso proyecto, que es el Léxico Cultura de Paz (LCP), que nos introduce en el desarrollo del segundo gran pilar, es también una eficaz respuesta a la gran pregunta: ¿cómo se construye la paz?

Como decimos al reflexionar sobre temas complejos o profundos como la pobreza, la situación de la infancia y la adolescencia, la salud, la educación, etc., en las habituales jornadas o seminarios que las organizaciones civiles realizamos, diagnósticos nos sobran, pero nos faltan remedios, soluciones, respuestas.

Yo creo que el Léxico Cultura de Paz nos permite avanzar hacia una Paz positiva, que trata de aplicar la inteligencia teórica y emocional para resolver los conflictos y desarrollar una plasticidad interior para transformar, metabolizar, incluso sublimar, los sentimientos más violentos y negativos.

Hay muy buenos ejemplos de cómo es posible pensar en forma práctica la paz. La orquesta que creó Barenboim con músicos israelíes y palestinos, la "Bandera de la Paz" que entregan Mil Milenios y la Fundación PEA, la "Ronda de Paz" promovida por el Consejo de Paz de la R.A., lo fue el rugby en manos de Nelson Mandela, entre otros.

También lo es el LCP y este joven retoño que hoy presentamos: el Diccionario de la Paz, un ágil, abierto y participativo libro virtual con frases para sanar el lenguaje y construir la Paz desde la palabra.

Con la palabra comenzamos cada día.

Hace unos días, leí una nota de Luis Aubele en La Nación, con una entrevista a la profesora Norma Barales, en la que cuenta que su interés por el pueblo maya se despertó el día en que descubrió la manera que tenía su gente de saludarse. Cuando dos mayas se encontraban se decían In lak' ech, que en su lengua significa "Yo soy otro tú".

También recuerdo en mi infancia, en un colegio religioso de hermanas domínicas que se saludaban diciendo: La Paz sea contigo, a lo que respondían: y con tu espíritu, saludo que nos enseñaban también a las alumnas.

No trato de traspolar  conductas de otros tiempos, pero seguramente no es lo mismo para dos personas saludarse diciendo Yo soy otro tú, o deseando la Paz, que diciéndonos: ¿todo bien? En el mejor de los casos.

Nuestro tema son las palabras, puras, ni buenas ni malas, cuando las usamos armoniosamente. En su convocatoria el LCP señala: "Las palabras y símbolos, por su poder creador, tienen una enorme importancia en el desarrollo de una Cultura de Paz. Pueden degradar o enaltecer, desanimar o alentar. Cada comunicación que hacemos nos ofrece la oportunidad de elegir generar paz y comunión en nuestra vida y la vida de las otras personas".

Les cuento como es el Diccionario:

El "Diccionario de la Paz" contará con diversas secciones para reflexionar, concientizar y capacitar sobre este tema: textos que nos ayudan a pensar y construir un lenguaje de paz; textos que hablan sobre la paz, frases inspiradoras, videos, columnas de invitados especiales, cuentos, recopilación de voces, palabras, frases cotidianas de origen bélico, militar o violento que pueden ser reemplazadas por expresiones armoniosas, pacíficas y positivas.

También, y muy especialmente, será un espacio abierto a la comunidad, a través de un correo electrónico, para que todos los interesados puedan hacer llegar su aporte al diccionario y su reflexión.

Como verán, ni bien puedan ingresar al blog, uno de nuestros textos inspiradores se llama: "Curar la palabra", tomado del libro: Etimología de las Pasiones de Ivonne Bordelois: 

“El lenguaje escapa a cualquier modelo de evolución genética molecular, es su padre y su madre al mismo tiempo. Es ésta una estimulante humillación: el hombre – ese animal de la palabra, como lo definiría Aristóteles; ese sonido de pie, como lo llaman los guaraníes – no sabe cómo la palabra ha venido a insertarse en su realidad; la palabra que nos distingue como especie, permanece todavía inaccesible para nosotros en su origen.

Pero si bien no podemos captar en su decurso biológico la misteriosa instalación del lenguaje en nuestro desarrollo como seres humanos, sí podemos preguntarnos y contestarnos por el origen y la suerte de las palabras específicas que han decidido muchas veces el curso de nuestra vida.” Pág. 24

“Si pensáramos en términos terapéuticos, no se trata sólo de curar mediante la palabra, como lo propone el psicoanálisis, sino de curar la palabra  misma con que tratamos de curar, es decir cuidarla, examinar sus repliegues y sus trampas, sus ambivalencias, sus significaciones ocultas en el tiempo.” Pág.20

A su vez, Bordelois cita a Rousseau:

 “Es de creer que las pasiones dictaron los primeros gestos y que arrancaron las primeras voces... No se comenzó por razonar sino por sentir. Para conmover a un joven corazón, para responder a un agresor injusto, la naturaleza dicta acentos, gritos, lamentos.

He aquí las palabras más antiguas inventadas y he aquí porqué las primeras lenguas fueron  melodiosas y apasionadas antes de ser simples y metódicas...

He aquí cómo el sentido figurado nace antes que el literal, cuando la pasión fascina nuestros ojos y la primera noción que nos ofrece no es la de la verdad”.

Hay más de 14 tipos de diccionarios, incluso hay diccionarios que reúnen las voces creadas para nombrar algo que aún no tiene su propia palabra. Esto que se llama parasíntesis, lo venimos ejercitando muy bien en el CPaz. Y vamos a desarrollarlo también en el Diccionario de la Paz.

Existe el verbo “guerrear”. Podemos incorporar a nuestro vocabulario el verbo “pazear” y en el Consejo de Paz de la República Argentina hemos acuñado los términos “pazeadores” y “pazacativos” para referirnos a los amantes de la paz y los que trabajamos por ella.

Hablábamos al comienzo de respuestas, de paz positiva, de acciones constructivas. De demasiado diagnóstico y pocas soluciones.

Dice Sigmund Freud:

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas"

Marcos Aguinis dice en su último libro que: "El afecto es la mejor proteína del alma".

Tal vez, la palabra es la mejor proteína de la paz. Dejémonos nutrir por su sanadora bondad.


*Presidenta  de la Asociación Argentina para la Infancia y miembro del Consejo de Paz de la R.A.